domingo, 7 de noviembre de 2010

En los brazos de la fiebre

Es el nombre de una canción que me gusta, de la banda Héroes del silencio.



También es la canción que describe bien la etapa mas extraña de mi tiempo en Berlin. Fue el tiempo cuando me enfermé de un resfriado muy feo.

Empezó un día cuando mi clase y yo nos fuimos a la última cena del programa. Estaba lloviendo y frío en la tarde, y como tonta llevé puesta un vestido. Nos caminábamos al restaurante donde íbamos a comer con la profesora. Era una cena muy divertida, con mucha comida y con muchas risas. Después nos fuimos a un bar, y se puso demasiado frío y aún no terminaba de llover. Empezó a doler mi garganta y me fui temprano a mi apartamento. Ya sentía entonces el resfriado desarrollándose en mí.

El próximo día era el último día de nuestro tiempo en Berlin. Me levanté con la garganta muy dolorosa y con mi nariz ya llena de moco. Y ¿qué hice yo? Me fui al zoológico. No quería salir de Europa sin visitar por lo menos un zoológico. Entonces me fui y, pos, me gustó. Desafortunadamente no le gustó tanto mi cuerpo el frío de ese día, y cuando regresé al estación del tren sentía que mi cabeza se iba explotar. Ya cuando entré a mi apartamento sentía mi rostro calentándose. Me hice una taza de té, muriendo de dolor de cabeza y garganta con tos de perro y con la fiebre. Mientras que esperaba que el agua hervía tenía esa canción en mi cabeza. Después de tomar mi té me fui a la cama y descanse un rato antes de dormir. La canción me dio un poco de consuelo durante esa fase intolerante. Me dormí unas cinco horas y casi perdí mi vuelo a Frankfurt am Main.

Con esta historia les doy un moral: si se van a viajar a otro país, no se les olviden llevar medicina para el resfriado.